Memoria de un remediano ausente

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Foto: Bernardo Salazar

Nunca lo pensé, pero ya estoy entre esos que van en la guagua con el pie anhelante y la nariz ansiosa del olor a pólvora en los diciembres. Tardaré 365 días en verla, en amarla en su lecho, en tocarle la fibra. Remedios quedó atrás, su rostro se pierde a través de kilómetros de asfalto y nostalgia.
Nunca lo pensé, ahora soy un remediano ausente.
Y con ello digo que sus torres y sus techos aún están en mis ojos cerrados, en la soledad de un apartamento de Centro Habana, donde carené con huesos y alma, carente de amores y oportunidades.
Tardaré 365 días, cuando suene el tambor de las parrandas y vaya en esa guagua de remedianos ausentes, entre el ron de los nostálgicos, con la ropa planchada y gris. Ya las plantas de mis pies no son coloradas, como la tierra de Remedios. Ni la humedad de las calles antiguas y vacías marca mi movimiento diario. Ya no hay forma de retrotraer el tiempo y el espacio que caca día se desdibujan o surgen en el pincel de la memoria, ora con fuerza, ora débilmente.
Remedios es un nombre de fantasma, Remedios es mi otro nombre, mi seudónimo en estas noches solitarias cuando pienso que el refrigerador vacío quiere tragarme. Yo soy Remedios, pero una Remedios ilusoria, donde convivo con todo mi pasado intacto, donde a veces me doy cuenta de que estoy soñando.
Sueño que muero-vivo en ese pasado eterno, donde está mi paraíso, mientras huyo de un presente sin amor y tumultuoso.
Ese tumulto me traga, sólo atino a asirme a las fachadas de Centro Habana, a buscar la puerta del periódico o el mouse de la computadora, atino a no desatinarme con el silencio. Llamo a amigos y enemigos, llamo a lo Ausente, si es que lo Ausente tiene vida y puede levantar el auricular.
Las líneas telefónicas son el escape de quien se muere hacia sí mismo, la compañía ilusoria de quien debe construirse un nuevo castillo con retazos de la imagen.
Nunca lo pensé y ahora que estoy ausente mi mejor amigo es un teléfono callado, que me asegura que ella está allá, al alcance de una llamada, con su código del 04239. Una Remedios inmediata, tangible, viva, pero la memoria alarga la distancia y la mano no alcanza la esquina donde descansa el auricular.
Tendré que inventarme un lugar mientras espero.
Sé que cuando haga el amor, pensaré en Remedios y lo veré como una traición, pero no diré nada a nadie.
Esperaré 365 días y entonces volveré con el ron nostálgico, un 24 de diciembre, oiré a la gente revolotear a la entrada del pueblo. Alguien dirá “llegamos a Remedios” y yo ahí, con la carne de gallina y cara de tonto.
Nunca lo pensé y ahora mismo prefiero no pensar jamás.

7 comentarios en “Memoria de un remediano ausente

  1. Vivo en camaguey hace 18 años, pero soy avileño del poblado de punta alegre, parrandero de pura sepa, fanatico a los proyectos y las obras colosales de alejandro calzada artista plastico y proyectista del barrio san salvador. por favor necesito su cuenta de correo si es que la tiene para mantener comunicacion con este gran amigo mio. un triunfador extraordinario. el realizo su majestuosa obra carroceril SIVA en el barrio las asalina en punta alegre en el año 95

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  2. Mauricio,muy bueno todo lo que nos dejas ver a través de est blog muy interesante para todos los que estamos lejos de nuestro terruño colorao,pero parece que gustavito no tiene nada que hacer solo desprestigiar y hablar de sus coterráneos

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    • Gracias Gustavo por leer y comentar, porque aún en mi ingravidez he tenido un momento protagónico para ti, que tan grávida vida llevas (ya que la ocupas en cosas sin dudas muy importantes, o por lo menos más importantes que comentar en este blog). Sólo espero que Remedios sepa algún día reconocer los aportes que le has hecho, sin los cuales el pueblo perdería buena parte de su esencia más popular. Cierro este espacio deseándote toda la paz y la felicidad, porque sabes que nada malo quiero para nadie, a pesar de las espinas que en tu mensaje me tocan.

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